París, Texas – La ventana a que las miradas hablen.
- María López-Bleda
- 25 abr 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 29 abr 2018

FICHA TÉCNICA:
Título: París, Texas
Año: 1984
País: Alemania
Director: Wim Wenders
Productora: Coproducción Alemania del Oeste (RFA)-Francia-Reino Unido-Estados Unidos; Road Movies Filmproduktion / Argos Films / WDR / Channel Four Films / Pro-ject Filmproduktion
Guión: Sam Shepard
Fotografía: Robby Müller
Música: Ry Cooder
Duración: 144 min.
Género: Drama
Reparto: Harry Dean Stanton, Nastassja Kinski, Dean Stockwell, Aurore Clément, Hunter Carson, Bernhard Wicki
SINOPSIS
Travis es un hombre lleva cuatro años vagando sin saber quién es es ni quién fue. Cuando es encontrado por su hermano, Walter, empieza a rememorar. Estuvo casado con una joven muchos años menor, con quien tuvo un hijo (Hunter). Al reencontrarse con Hunter, revive su matrimonio y decide salir en búsqueda de su mujer.
IMPRESIONES
Estamos ante una road movie magnánima. Está plagada de una simbología con la que se podría escribir un blog entero, pero hablemos de lo más esencial del filme:
Como es de esperar, gran parte del metraje está situado en la carretera. Estas carreteras tienen una función metafórica con el estado mental y emocional del protagonista, Travis. Son unas carreteras que se esconden hasta el horizonte, son insólitas, están abandonadas. Así es como está Travis desde la pérdida de la su mujer, aunque al comienzo de la película él no sabe porqué. Son usadas como instrumento empatizador con el espectador.

Centrémonos en la escena clímax de la película, hablo de la escena del espejo en el motel. Está escena puede ser estudiada desde varios niveles de visión:
1. La mirada por medio de los protagonistas.
Es la historia que les precede, lo que ellos han vivido juntos en el pasado. De esta historia hemos sido participes muy poco, específicamente el metraje de super 8 que Walter enseña a Travis.

2. La mirada por medio de los protagonistas que ven a través del cristal.
Es el momento de la escena, en la que el pasadores revive, se queda en la eternidad del instante de la conversación. Es la divión de la historia por ambas partes, las dos visiones que tienen de lo sucedido. Esto se hace con un carácter de ocultamiento ¿cómo lo consigue Wenders? por medio del cristal:
Travis, que puede ver a Jane por el cristal, se mantiene de espaldas. Es irónico, lo hace para mostrar su bloqueo emocional, toda la tragedia que han vivido juntos le impide mirarla.
Jane no puede ver a Travis, está al otro lado del espejo. No sabe quién es, porque todas las voces de hombre que oye le parecen la mía, la de él. Sin embargo, a medida que Travis cuenta la historia, ella no solo le reconoce, también se reconoce a sí misma.
Entonces es cuando Travis enciende la luz, se hace el silencio. Se miran, se reconocen el uno al otro, se reconocen el uno en el otro y reconocen todo ese dolor implícito que han vivido en su relación.
3. La mirada de los espectadores que miran a través de la pantalla a los protagonistas que ven a través del cristal.
Por medio de ese juego con el cristal y la sublime emotividad del guión (por parte de Sam Sheppard), quedamos completamente absortos. Nos sitúa en ambas salas y ambos corazones, primero con la versión de Travis y luego con la Jane.
Es el punto álgido de la emotividad de la película, el desconsuelo, la tristeza, el desánimo y toda la aflicción de los personajes son trasmitidos por completo al espectador. Es como un rayo de dolor capaz de atravesar la pantalla.
* * *
Por último, quisiera recalcar la importancia que Wenders le da a los silencios. Ha sabido captar los momentos en los que es necesario dejar que las miradas hablen y las bocas callen. Por medio de ellos es capaz de trasmitirnos mucho más que con los diálogos, hablan por sí solos.
París, Texas es, simplificando, la muestra de una perfecta maestría sobre el arte cinematográfico.
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