Vivir su vida – La lírica del ser humano.
- María López-Bleda
- 25 abr 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 may 2018

FICHA TÉCNICA:
Título: Vivre sa vie: Film en douze tableaux (Vivir su vida)
Año: 1962
País: Francia
Director: Jean Luc-Godart
Productora: Les Films de la Pléiade / Pathé Consortium Cinéma
Guión: Jean-Luc Godard
Fotografía: Raoul Coutard (B&W)
Música: Michel Legrand
Duración: 83 min.
Género: drama.
Reparto: Anna Karina, Sady Rebbot, André S. Labarthe, Guylaine Schlumberger, Gérard Hoffman, Monique Messine
SINOPSIS
Nana es una chica joven que se deja a su marido y así hijo para emprender una nueva vida como actriz en la capital de Francia. Al no poder mantenerse independientemente, decide unirse a la prostitución, donde conocerá a Raul.
IMPRESIONES
La película apenas es narrativa, es más descriptiva. Godart nos invita a adentrarnos en la belleza más visual y puramente artística del cine. Es curioso el juego que Godart hace con el guión y la imagen. Deja que la imágenes, mediante el guión, hablen por sí solas y ellas formen el texto –no sé si me he explicado bien–. Es una oda a las palabras, el lenguaje, el texto, la poesía.
En el filme Godart utiliza varios objetos como medio de expresión, como varios textos escritos. Incluso hay otros que no aportan nada a la historia, pero Godart ve necesario dedicarles unos segundos en pantalla y que los contemplemos. A esto en guion se llama "vía muerta".
Una escena elemental para entender esto es en la que Nana mantiene una conversación en una cafetería con un filósofo, Parain. En este diálogo, el filósofo le habla de la importancia del lenguaje y lo necesario que es saber hablar bien. Deja claro que sin lenguaje no seríamos una parte esencial del ser humano: el pensamiento.
La presencia de textos escritos en pantalla, la importancia que se le da al lenguaje y las referencias a la literatura (como la de Dumas) en el filme nos deja claro el mensaje que se nos quería hacer llegar: el arte del lenguaje y de saber narrar.
A esto se le añade que la película esté dividida por capítulos, que nos muestra que el largometraje está hecha como una novela, como si la realidad fuera así, una historia escrita por hombres. Es puramente filosófico, no es un cine que nos quiera entretener, nos invita a la meditación y a la reflexión. Es una manera de poetizar la existencia del ser humano.

Por si no fuera poco, el personaje de Nana no podría haber sido mejor interpretado por Anna Karina. Su expresividad es abrumadora, su mirada y sus labios saben trasmitir a la perfección lo que ocurre. Sientes especial conexión con ella, tanto por todo lo que le sucede y por como piensa, llegas a entender su psicología al completo y a sentirla. Bravísima.

Es una película que al verla se te puede hacer agotadora y algo aburrida como me pasó a mí, y hasta que no llegué a la mitad del filme, no me introduje en el mundo de Nana.
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