Vértigo – Que cunda el pánico.
- María López-Bleda
- 25 abr 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 may 2018

FICHA TÉCNICA:
Título: Vertigo
Año: 1958
País: Estados Unidos
Director: Alfred Hitchcock
Productora: Paramount Pictures
Guión: Alec Coppel, Samuel Taylor (Novela: Pierre Boileau, Thomas Narceja
Fotografía: Robert Burks
Música: Bernard Herrmann
Duración: 120 min.
Género: Intriga / Drama psicológico
Reparto: James Stewart, Kim Novak, Henry Jones, Barbara Bel Geddes, Tom Helmore, Raymond Bailey, Ellen Corby, Lee Patrick
SINOPSIS
Scott es un detective de la polícia que tiene vértigo. Después de la muerte de un compañero suyo al caer al vacío en una persecución, se retira. Es contratado por un viejo amigo del colegio, Gavin, para que vigile a su esposa Madeleine, una mujer atormentada y bella que esconde algo.
IMPRESIONES
Hitchcock no decepciona, esta obra es tan buena como muchas otras de su lista.

Desde el comienzo de la película se nos desnuda el título de la película, Vértigo, que es la enfermedad que acecha a nuestro protagonista Scottie. Vive condicionado por ello, a tal punto que se retira de su trabajo. Cuando conoce a Madeleine queda fascinado por ella y llega a obsesionarse. Así es como el director mezcla dos enfermedades en el mismo personaje protagonista.
Por si no fuera poco, Madeleine también es un personaje muy excéntrico. Ella vive trastornada por el fantasma de una suicida. Pero lo mejor de todo es que no se queda ahí, encima ese fantasma y Madeleine son la misma persona. Muy grave.
Es lo que hace este filme algo genial, el suspense o solo queda reducido a la sucesión de los hechos sino que también a la psicología de los personajes y del espectador, con quien Hitchcock trata de jugar y que sea "un perturbado más".
Este suspense y miedo sale de la pantalla y llegamos a estar tan enfermos como los protagonistas. Esto tampoco sería posible sin la gran influencia de la banda sonora, una magnífica música a manos de Bernard Herrmann. Es palpitante, yo casi la sentía en el tuétano, crucial para la emotividad del espectador en un thriller de tal calibre.

Estéticamente no le falta detalle, como a ninguna de las películas de Hitchcock. Las localizaciones son inmejorables, San Francisco queda retratada en la pantalla en la escena en la que Scott sigue a Madeleine y la salva de ahogarse.
Me encantan esos momentos de oscuridad en los que Hitchcock se luce mostrando su lado más siniestro, como el momento del campanario o –y sobre todo– la pesadilla de Scottie. Los colores también juegan un papel importante, como el rojo intenso del restaurante donde Madeleine y Scottie se encuentran, es irradia vibraciones muy pasionales. También es sorprendente el juego de espejos que el director domina, juega con la cámara y con los espejos para mostrarnos lo que él quiere. Sensacional.

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